lunes, 5 de mayo de 2014

Consciente de la necesidad de formación en estos tiempos te llevaste un atlas con el fin de no perder el norte. En las conversaciones dentro del grupo social te esforzabas con esmero en entender la jerga y encontrarle la gracia a los chistes. A la hora de abandonar el piso te calzaste tus tacones con los cinco sentidos en ello. Eras novata en andares de altura y por todos es bien sabido que en los cascos antiguos de ciudades Europeas hay adoquines. Tu salvación la encontrarías más adelante en un desorientado conductor de ciclomotor con tubo de escape ruidoso que no anda una mierda. No lo conocías más que de verlo por el instituto. Una o dos veces al mes, pero la moto refrigeraba por agua y pillaba los sesenta pasados. Lo suficiente para ir a velocidad ilegal por las avenidas del centro. El supuesto Valentino lo flipaba rememorando temas de Javi Cantero en su cabeza. Sus letras eran la única literatura que conocía. Quizás si hubiera asistido a clase de física en los últimos días habría aprendido algo sobre velocidad e inercia. El neumático pierde adherencia en un paso de cebra los días de lluvia. Han caído cuatro gotas. Ahora las rodillas de la cenicienta se han destrozado sin ser ella la causante. No entiende nada. Suerte que en España la educación es gratuita.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.